Fantasmas, brujas y magos de Grecia y Roma by Fernando Lillo Redonet

Fantasmas, brujas y magos de Grecia y Roma by Fernando Lillo Redonet

autor:Fernando Lillo Redonet [Lillo Redonet, Fernando]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2013-01-01T05:00:00+00:00


DOS MAGOS DE FICCIÓN: EL BABILONIO HIPERBÓREO Y

EL EGIPCIO PÁNCRATES

En el diálogo de Luciano de Samosata El aficionado a las mentiras, compuesto con el objeto de ridiculizar la excesiva credulidad de sus contemporáneos, su autor ofrece dos estampas ficticias de hechiceros: el mago babilonio y el mago egipcio, siendo Babilonia y Egipto los lugares por excelencia de donde provenían esta clase de personajes. Mostramos así dos ejemplos de magos extranjeros que añadimos a los casos más genuinamente griegos del apartado anterior, aunque constatemos que la relación entre ambos tipos es estrecha.

Uno de los comensales del banquete llamado Ión refiere unas historias de las que él ha sido testigo, relacionadas con cierto mago babilonio de los caldeos que, además, era considerado como uno de los hiperbóreos, raza legendaria de adoradores de Apolo situada hacia el norte más allá del mundo conocido. El tal Ión contaba[1] que cuando tenía unos catorce años uno de los sirvientes de su padre, un viñador fuerte y trabajador de nombre Midas, había sido mordido por una víbora y se encontraba postrado con la pierna infectada con grandes dolores. Midas era transportado por sus compañeros en una camilla, cuando uno de los presentes le dijo a su padre que no se preocupara porque iba a llamar a un mago babilonio de los caldeos que lo curaría. El mago llegó y consiguió sanar al sirviente expulsando de su cuerpo el veneno gracias a una fórmula mágica y a atar a su pie una piedra que arrancó de la estela de una joven virgen. Vemos, pues, que este caldeo emplea el poder de la palabra, pero además necesita un objeto mágico relacionado con el mundo de los muertos, especialmente con una muerta virgen, es decir, que podría ser considerada muerta prematura.

No paraban ahí los milagros del caldeo e Ión se apresuró a contar cómo este se fue al campo, pronunció siete palabras mágicas de un viejo libro, purificó con azufre y una antorcha todo el lugar y, dando tres vueltas alrededor, llamó a todos los reptiles que había en aquellos límites. Muchas serpientes acudieron como arrastradas por el encantamiento. Pero una de ellas, que era más vieja, no pudo acudir a la llamada. El mago se dio cuenta de ello y envió a la serpiente más joven junto a la mayor y al poco tiempo esta también compareció. Cuando estuvieron todas reunidas, el mago sopló sobre ellas y quedaron abrasadas ante el asombro de todos. Además, el propio Ión atestiguaba que el babilonio era capaz de volar por los aires en pleno día, de caminar sobre las aguas y de atravesar el fuego con toda tranquilidad. Además, enviaba hechizos amorosos, evocaba espíritus y hacía bajar del cielo a la Luna.

Para concluir los hechos extraordinarios del mago, Ión relata la participación de este en un asunto amoroso. Un tal Glaucias, que era discípulo de Ión, tras la muerte de su padre, se enamoró de una tal Crisis y confió sus cuitas a su maestro. Ión lo llevó a casa del



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